En el mundo vivimos 7.000 millones de habitantes y son 7.000 las lenguas que se hablan. Sin embargo, muchas de esas lenguas no gozan de buena salud. La UNESCO dice que cada dos semanas una lengua muere. Este dato no sólo es preocupante, sino que además asegura que en la actualidad unas 2.000 lenguas se encuentran en riesgo o grave peligro de extinción. 

El euskara no se encuentra en una situación extremadamente grave, pero sí en una situación de vulnerabilidad. Kike Amonarriz Gorria, en el libro “Euskararen bideragurutzetik” señala que el euskera está en una encrucijada. Por un lado, es mayor que nunca el número de euskaldunes, el grado de alfabetización, la producción cultural o la modernización de la lengua. Pero, por otro lado, la diferencia entre el conocimiento y el uso es cada vez mayor, la calidad de las personas hablantes es a menudo mediocre y la adhesión también lo es. 

Lo que está claro es que ante esta situación es muy importante sembrar raíces en las pequeñas cosas de la vida cotidiana. Para EHME el euskera es un tesoro. El euskera es nuestro mayor valor. El euskera es una forma de vivir. En dos palabras, el euskera nos hace. Debemos cuidar, amar, proteger y extender el euskera para que goce de buena salud y no se muera como tantas otras lenguas lo están haciendo. 

No queremos acabar sin decir esta frase de Maialen Lujanbio Zugasti (Campeonato de Bertsolaris de 2009): “Herri hau sortzen segi dezagun euskaratik ta euskaraz”

Guk euskaraz eta zuk?